4. El Crucero

La reina Isabel muere en Medina del Campo, Valladolid, el 26 de noviembre de 1504, pero la noticia no llegó a Granada hasta el día 3 de diciembre. 

Para entonces la caravana que acompañaba al cadáver para cruzar España ya había avanzado bastante, pasando por Arévalo, Ávila y Toledo… En Toledo se detuvo varios días, donde se celebraron solemnes funerales en la iglesia de San Juan de los Reyes, un bello templo que estaba preparado para su sepultura. Sin embargo, meses antes de morir la reina había determinado que su sepultura definitiva estaría en la ciudad de Granada, ciudad a la que tanto amaba. 

Pero el lugar que acogería sus restos como un regalo para esta ciudad no estaba todavía preparado, aunque ella lo había previsto todo. Había dispuesto que su cadáver fuese depositado en una fosa baja en el suelo, cubierta tan solo con una losa, en el pequeño monasterio de los franciscanos que había sido edificado en la Alhambra. Allí llegó el cadáver después de haber cruzado la meseta castellana y La Mancha.

Fue el rey Fernando el que desobedeció la última voluntad de la reina y encargó la construcción del mausoleo al italiano Domenico Fancelli. 

El 23 de enero de 1516 fallecía en Madrigalejo, Cáceres, el rey Fernando. Había dispuesto en su testamento la voluntad de que sus huesos descansasen junto con los de Isabel la Católica en Granada.

El traslado de los cuerpos de los monarcas a la cripta de la Capilla Real se realizó con toda solemnidad el 11 de noviembre de 1521, por petición del emperador y nieto Carlos V.

La iconografía intenta representar en muerte lo que destacaron en vida, por eso la iconografía de Fernando es militarizada, con su armadura completa y las manos descansando sobre su espada. 

La figura de la reina recoge sus manos sobre el cuerpo. Destaca su rostro, que transmite paz y serenidad, pareciendo haber llegado por fin a su descanso eterno. 

En las cuatro esquinas encontramos figuras que simbolizan a los cuatro doctores de la iglesia: san Gregorio, san Ambrosio, san Jerónimo y san Agustín, que también destacan en el retablo mayor, como veremos después. 

En las esquinas inferiores encontramos cuatro figuras de grifos, seres mitológicos con cuerpo de león y cabeza de águila que protegen el mausoleo.

A los pies de los reyes los vigilan y protegen dos pequeños leones, que representan la realeza.

Centran en los laterales del sepulcro cuatro tondos, que representan a san Jorge, a Santiago y el dragón, el bautismo de Cristo y la Resurrección.

El resto de las figuras que rodean el sepulcro representan a los doce apóstoles.

A los pies, custodiado por los leones, encontramos el epitafio, que nos recuerda que «Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, marido y esposa unánimes, llamados los Católicos, están encerrados en este túmulo de mármol».

Del mausoleo de doña Juana y don Felipe I, el Hermoso, destaca que fue realizado por tres escultores diferentes: Domenico Fancelli, el burgalés Bartolomé Ordóñez y Pietro de Carona, a petición de su hijo el emperador Carlos V. 

Fue el burgalés el que innovó significativamente en este mausoleo con la cama sepulcral, que le da una altura mayor a la de los Reyes Católicos, la colocación de las estatuas de Juana y Felipe sobre un sarcófago y la sustitución de los grifos por estatuas especialmente detalladas.

A sus pies encontramos el epitafio, que indica: «Privados de vida, supervivientes de la fama, cubre este sepulcro a Felipe, rey de las Españas, el primero tanto en el nombre como en la dinastía austríaca, a quien la muerte, armada con su guadaña, al haberlo encontrado maduro en virtudes, segó joven por creerlo un anciano (murió el año del Señor 1506 a los 28 años de edad), y a Juana, su esposa, a la que todas las reales estirpes de Castilla, León y Aragón dieron esplendor (murió el año 1555 a los 75 años de edad). ¿Para qué más? De la unión de ambos brilló para el mundo el Serenísimo Emperador Carlos V, el cual erigió a sus padres este monumento».

Bajo las tumbas se encuentra la cripta, donde podemos ver los cinco féretros negros de plomo, identificados por la inicial de cada nombre. Destaca su gran austeridad, pues solo contiene los féretros y un crucifijo. Los féretros de los Reyes Católicos están situados en el centro. Existe una historia en la que se cuenta que, en el año 1942, se abrieron los sepulcros para comprobar si los cuerpos continuaban en los féretros, ya que durante la invasión francesa con el ejército de Napoleón Bonaparte muchos habían sido saqueados y violentados. Se cuenta que al abrirlos, se constató que los cuerpos no habían sido profanados ni violentados, y la persona encargada de dicha investigación dijo que don Fernando era más bajo que Isabel, corpulento y con buen cuerpo de militar, e Isabel era un poco más alta que su esposo, aunque la diferencia era pequeña. Una vez anotados los hechos, se volvieron a cerrar los sepulcros hasta la fecha.